jueves, 9 de julio de 2015

La escena perfecta

Se besaron en la plaza mayor de aquella ciudad a la que habían llegado en busca de nuevas noches y mágicos sentimientos. 

Al separarse ella le miró a los ojos mientras seguían abrazados. Le dijo "Te quiero" y él contestó "Yo también te quiero". 

Era la escena perfecta. Un lugar precioso, un beso romántico y las palabras que siempre se dicen con el corazón. O al menos así las decían ellos, que se habían negado a decirlo hasta que no pudieron evitarlo más.

Aunque nunca habían creído en escenas perfectas. Su relación siempre había sido imperfecta, llena de dudas, de discusiones, de palabras medio dichas y silencios que no decían nada. 

La casualidad les presentó y el destino se encargó de que sus miradas no fueran capaces de separarse.

Quedaron para rellenar una tarde de domingo aburrida, él llegó tarde y ella quería volverse a casa. Tuvieron que besarse para entenderse, discutir para amarse, y llorar para descubrir que habían tenido la suerte de encontrarse. 

Una vida después se besaron en aquella plaza mayor y tuvieron su escena de cuento. Salieron de la plaza agarrados de la mano, sonriendo, diciendo que su historia ya podría ser escrita en los libros, que su amor ya estaba a la altura de lo que se suponía que debía ser.

Llegaron a otra plaza pequeña, con mendigos en las esquinas, con extraño olor y mal iluminada. Él agarró su cintura y le dio un beso. Ella le miró y fue a decir algo, pero antes de que pudiera él volvió a besarla y le dijo que se dejara de cuentos, de escenas perfectas, de besos de película y que le volviera a besar. 

Salieron de su nueva plaza agarrados de la mano, recordando sus besos mágicos y hablando de aquel primer beso. "¿Fue al tercer intento o al segundo?", preguntó ella. Él dijo que no lo recordaba. Un beso, un abrazo y un te quiero no había sido tan fácil. Les entraba la risa, o alguno contestaba que tenía frío o que se les hacía tarde. 

En cambio, en la segunda imperfecta plaza, el beso imperfecto había salido a la primera. Como siempre ocurría en su relación, los planes perfectos se volvían un desastre y los planes no planeados acababan siendo mágicos. 

Siguieron deambulando por la ciudad, alegrándose de su imperfección perfecta, buscando plazas  y silencios, queriéndose y odiándose y sin dejar de decirse que su amor no era de película, su amor solamente era de ellos.


Vértigo

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